Colaborador en la sede del Parlamento Europeo de Bruselas como asesor militar, Pedro Baños ha realizado numerosos cursos, civiles y militares, en España, y en otros países como Alemania, Francia, Estados Unidos, Bélgica, Turquía, Reino Unido, Israel o China.
Conferenciante habitual en temas de estrategia, geopolítica, inteligencia, terrorismo, Defensa y Seguridad, el coronel Pedro Baños, que también ha participado en tres misiones en Bosnia-Herzegovina (UNPROFOR, SFOR y EUFOR), repasa en esta entrevista exclusiva concedida a La Tribuna del País Vasco los orígenes del autodenominado Estado Islámico (EI), las repercusiones internacionales de las guerras que se libran en Irak y Siria y, sobre todo, el papel que debe desempeñar Occidente ante lo que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha definido como “la gran amenaza del yihadismo global”.
¿En qué contexto surge el autodenominado Estado Islámico (EI)?
Hay que indagar con detenimiento en el pasado inmediato de Irak y Siria para entender los orígenes del Estado Islámico y, para ello, tendríamos que empezar por comprender lo que sucede con la invasión de Irak por parte de Estados Unidos en el año 2003.
Ese año, cuando Estados Unidos entra en Irak, se pone en marcha un proceso que descompone por completo la estructura burocrática del partido Baaz de Sadam Hussein, dominada hasta entonces por los sunitas. Debemos tener en cuenta que Irak como país surgió en 1932 como un estado artificial creado por los británicos que unieron a tres etnias que históricamente habían estado enfrentadas entre sí: los chiitas en el sur, los kurdos en el norte y los sunitas en el centro, en Bagdad, y en la parte occidental del territorio.
Los sunitas dominaban Irak alrededor de Sadam Hussein cuando el ejército norteamericano llegó en 2003 y les expulsó de todas las instituciones del país. Los suníes son obligados a abandonar las estructuras civiles, las fuerzas militares, los servicios de inteligencia y los órganos policiales con lo que miles de personas se marchan a la calle, sin control, con muchísima información, con dinero y con todas las armas que tenían en su vida profesional.
Y todo esto provoca una grave inestabilidad…
En ese momento se alumbra una situación que, por un lado, presenta a todas las fuerzas de Irak empeñadas en expulsar a los americanos del país, ya que consideran que éstos son una fuerza invasora. Y, por otra parte, estalla una guerra civil sectaria y brutal -que alcanza su mayor nivel de expansión entre los años 2006 y 2007- entre los sunitas que habían sido expulsados del poder iraquí y los chiitas que, junto con los kurdos, en menor medida, se hacen con el control de las instituciones de Irak tras la entrada de los norteamericanos en Bagdad.
Estados Unidos diseña el Gobierno de Nuri al-Maliki que, además, a modo de venganza, comienza a cometer muchísimas tropelías contra los suníes que habían estado en el poder en los tiempos de Sadam Hussein. Bajo el mandato de Al-Maliki, a los sunitas se les encarcela sin juicio previo, se les margina de la vida política y social, y no se respeta ninguno de sus derechos más elementales.
Mientras tanto, ¿qué ocurría en Siria?
Mientras todo esto ocurría en Irak, en Siria estaba vigente el gobierno autoritario de Bashar al-Asad, que éste, a su vez, había heredado de su padre. Siria era, en esos momentos, un país laico y tremendamente tolerante desde el punto de vista religioso que vivía en un escenario de estabilidad y en el que convivían múltiples y diferentes creencias (yazidíes, drusos, cristianos o kurdos, entre otras) que estaban prohibidas en otros países de Oriente Medio o del Golfo.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que desde un punto de vista interno, una parte de la sociedad siria consideraba que el socialismo que preconizaba Bashar al-Asad no era lo suficientemente expansivo para las clases más desfavorecidas. Este descontento había propiciado, todavía de una forma muy latente, cierta convulsión social, que se vio incrementada porque coincidió en el tiempo con un periodo de grave sequía.
¿Cómo influyó en esta región el estallido de lo que se conoció como “Primavera Árabe”, en Túnez, en 2011?
En mi opinión, lo que ocurrió en Túnez en el año 2011 no tenía detrás motivaciones ideológicas o políticas, sino solamente unas reivindicaciones sociales y económicas. Por el contrario, lo que comenzará a suceder en Siria apenas unos meses después de las primeras revueltas en Túnez, de ninguna manera es algo espontáneo: se trata de un proceso absolutamente dirigido, manipulado e instrumentalizado desde el exterior.
¿Por qué? Porque, desde el punto de vista de Estados Unidos, Bashar al-Asad se había convertido en el máximo responsable de un país paria, de un país irresponsable que, según el Departamento de Estado, apoyaba el terrorismo, que intervenía en Líbano, que amenazaba a Israel y que apoyaba a organizaciones terroristas como Hezbolá. Además, el partido Baaz de Bashar al-Asad defendía un socialismo muy particular, marcadamente anticapitalista, panarabista y, por supuesto, enfrentado con las monarquías del Golfo, no solamente porque éstas sean sunitas sino, sobre todo, porque son rigoristas. Hay que tener en cuenta que Bashar al-Asad y su grupo étnico son alauitas (rama chiita) que están enfrentados históricamente con los sunitas.
Es importante entender que si todos los conflictos con poliédricos y en ellos intervienen multitud de factores diferentes, el exponente máximo de esta complejidad es lo que está ocurriendo en Siria, donde se está produciendo, al mismo tiempo, un enfrentamiento religioso y un enfrentamiento geopolítico regional y mundial. No podemos olvidar que, en este contexto, Rusia, y en menor medida China, después de lo ocurrido en Libia y Egipto, trataron de poner freno a lo que consideraban un excesivo intervencionismo de Estados Unidos en la zona. En estos momentos, la única base militar que tiene Rusia en el exterior de su territorio se encuentra en el Puerto de Tartús, en Siria.
Nacimiento del autodenominado Estado Islámico (EI)
“Recordemos que, en Irak, tras la invasión norteamericana de 2003, los sunitas se encontraban en lucha contra el Ejército de Estados Unidos a través de acciones terroristas, y también se encontraban enfrentados a los chiitas de Nuri al-Maliki, que les había reprimido y expulsado de los órganos de poder. Fundamentalmente, estos sunitas habían pertenecido a la policía, al Ejército o a algunos de los nueve servicios de inteligencia que tenía Sadam Husein, y además disponían de armas, estaban muy bien preparados militarmente y, en su mayor parte, poseían una amplia experiencia de combate en Afganistán. Los sunitas más combativos y más peligrosos para el régimen chiíta de Nuri al-Maliki habían sido encerrados arbitrariamente en múltiples prisiones iraquíes”…
Permítame que le interrumpa. ¿Puede decirse, entonces, que todo comenzó en Afganistán?
Ciertamente, todos estos lodos vienen, estrictamente, de los polvos iniciales que se expandieron por Afganistán.
En los primeros años ochenta del pasado siglo XX, la CIA norteamericana, el MI6 del Reino Unido y el ISI -el más grandes de los tres servicios secretos paquistaníes- crearon, con el objetivo de expulsar a los soviéticos de este país, un grupo de extremistas y de fundamentalistas islámicos que consigue en muy pocos meses reunir a 50.000 combatientes de más de medio centenar de países. Así nace Al Qaeda, y no los talibán como, en ocasiones, se cree erróneamente.
El movimiento talibán surge en Afganistán, bajo el llamamiento del propio pueblo afgano, con el objetivo de expulsar a los muyahidines de Al Qaeda que, a su vez, habían conseguido expulsar a los soviéticos. Los talibán eran los estudiantes puros del Corán que se hallaban en la frontera entre Pakistán y Afganistán, y que fueron llamados por los afganos para poner orden en el desorden, el caos y la violencia impuesta por los muyahidines después de hacerse con el control del país.
Pues bien, cuando en 2011 comienzan en Siria las revueltas contra Bashar al-Asad, rápidamente se observa que los rebeldes, por sí solos, no podrán derribar al Gobierno de Damasco. Es en ese punto cuando a “alguien” se le ocurre repetir la táctica y buscar a un grupo de personas militarmente bien preparado, bien entrenado, que sea suní y que se capaz, de un modo feroz, de expulsar del poder sirio a Bashar al-Asad. Así se crea, importando a los sunitas represaliados en Irak, el posteriormente autodenominado Estado Islámico que, en aquel momento se llamó Estado Islámico de Irak y Levante.
¿Quién es ese “alguien” detrás del Estado Islámico?
Fundamentalmente, los servicios de inteligencia turcos y los países del Golfo, encabezados por Arabia Saudí que, por cierto, es un país que, de forma oficial, comete actos tan execrables y horrendos como los que comete el Estado Islámico. En 2014, Arabia Saudí ejecutó, por decapitación, a casi un centenar de personas. En algunos casos por ser “responsables” de “crímenes” tan abominables como ser homosexual o cometer adulterio.
En este punto, y para darnos cuenta de esta influencia de Turquía y de las monarquías del Golfo, es importante tener en cuenta dónde surge, geográficamente, el Estado Islámico. Si nos fijamos bien, el EI empieza sus acciones en el norte de Alepo (segunda cuidad siria) porque es una zona muy próxima a Turquía en la que el servicio secreto de este país, el Milli Istihbarat Teskilati (MIT), actúa con comodidad. Fueron los servicios secretos turcos los que, en un primer momento, suministraron armas, apoyo y financiación al Estado Islámico. Uno cosa debemos tener clara: si el EI, incluso con la fuerza que tiene en estos momentos, no tuviera apoyo externo, no existiría. Esta es la auténtica realidad.
La estrategia militar del Estado Islámico es magnífica, está perfectamente diseñada y planificada. Quien está dirigiendo la batuta de esta gente es alguien muy experto en temas militares y estratégicos. Esto es importante tenerlo en cuenta porque, en ocasiones, la imagen que llega a la opinión pública es que el Estado Islámico solamente está formado por un puñado de salvajes que se dedican a quemar y decapitar a muchísimas personas. Pero esto no es solamente así, en absoluto. Estamos hablando de la civilización más antigua del mundo. Esta gente nos lleva una ventaja de siglos de astucia, especialmente a los europeos, que nos creemos el centro del mundo y no lo somos en absoluto.
¿De dónde nace militarmente el Estado Islámico?
Como decíamos antes, ya hemos visto que en Irak se encontraba un gran número de personas despreciadas, humilladas, apartadas y, en ocasiones, encarceladas, muy preparadas militarmente. Y hemos visto que, en un momento dado, a “alguien” se le ocurre que esta gente puede ir a luchar a Siria para acabar con el régimen de Bashar al-Asad y para apoyar a unos grupos de rebeldes que, desorganizados y enfrentados entre ellos, son tan bárbaros como los demás.
En ese momento, y “casualmente”, es cuando se produce la huida de la prisión de máxima seguridad más importante de Irak de un millar de combatientes suníes. A estos presos se les traslada a Siria, se les dota de armamento y se les financia con generosidad, y, en muy poco tiempo, pasan de ser 1.000 a ser 5.000, llevados y pagados desde muchos lugares del mundo. Fanáticos, gente marginada, mercenarios y gente con ganas de aventura, hay en todos los lugares. Si proporcionas a estas personas una bandera en la que arroparse, una idea por la que luchar y por la que morir, y además les entregas una paga, tienes un ejército formado.
Así fueron los primeros pasos del Estado Islámico. Los suníes iraquíes, tras contemplar el avance inicial del Estado Islámico en Siria, vuelven a llamar a este país a parte de estos combatientes para que colaboren también en la lucha ya abierta contra el chiita Al-Maliki, líder del gobierno iraquí. Es, de este modo, como también comienza la presencia, de un modo organizado, del Estado Islámico en Irak.
A partir de este punto, el EI pone en marcha una efectiva, truculenta y terrorífica campaña a través de los medios de comunicación y las redes sociales, divulgando sus decapitaciones y asesinatos, y tratando con ello de conseguir un importante efecto publicitario que tiene varios objetivos: captar fondos, atraer nuevos combatientes, conseguir el apoyo de las poblaciones sunitas e intimidar a los ciudadanos de los países que, en esos momentos, están luchando contra ellos.
Esta actividad propagandística les funciona perfectamente, en parte por sus méritos, pero, sobre todo, porque Occidente, a través de sus medios de comunicación, no deja de agrandar la imagen del Estado Islámico.
¿Por qué Youtube acoge millones de vídeos en los que se recogen todas y cada una de las tropelías y salvajadas del EI? ¿Por qué ocurre esto cuando si a alguien se le ocurriera, por ejemplo, colgar un vídeo de violencia machista o de pedarastia éste apenas duraría unos segundos en el canal? ¿Por qué se siguen manteniendo los montajes audiovisuales del Estado Islámico? ¿Cómo llegan estos vídeos a todas las televisiones del mundo? ¿Por qué todos ellos son distribuidos a través de Site Intelligence Group, una empresa de comunicación, de estudios y de análisis norteamericana? Y lo que es más importante: si asumimos que uno de los fines principales del Estado Islámico es atemorizar a los ciudadanos occidentales a través de la propaganda, y lo están consiguiendo, y si coincidimos en que, tal y como explicaba Margaret Thatcher, la publicidad es el oxígeno del que viven los terroristas, ¿por qué los medios occidentales están proporcionando al EI este oxígeno? Esta es una de las grandes cuestiones que tendríamos que plantearnos si queremos enfrentarnos a este tema con seriedad.
Más allá de la retórica que suelen utilizar los líderes de este grupo a la hora de hablar de los fines de su organización, ¿cuáles son, desde un punto de vista geopolítico, los objetivos fundamentales del EI?
Lo que llama la atención, lo que está de moda, es señalar la voluntad del Estado Islámico de conquistar el mundo, de alzarse, nuevamente, con el Califato histórico. Pero, en mi opinión, lo que busca el EI son objetivos locales.
En Siria, el objetivo es muy claro: expulsar del poder a Bashar al-Asad. Por cierto, no he leído todavía ningún análisis serio sobre lo que realmente significaría expulsar del poder a Bashar al-Asad y que reflexione sobre qué salvajes y extremistas se quedarían con este país en el caso de que esto ocurriera.
Siria, en manos de Bashar al-Asad, era un país socialista que no gustaba a muchos; además, era un país nacionalista árabe, que tampoco gustaba demasiado; y, por si todo esto fuera poco, estaba enfrentado a las monarquías del Golfo, que tienen subyugados a sus ciudadanos. Además, Siria se había enfrentado a Israel y había apoyado a Hezbollá en Líbano, país al que considera como parte de su territorio. En este contexto, y en el marco de las “primaveras árabes”, Siria apareció como el enemigo a batir a nivel internacional y para ello se fomentaron, se alentaron y se financiaron las disidencias internas para acabar con Bashar al-Asad. Al mismo tiempo, Rusia, por necesidades geoestratégicas (Puerto de Tartús), e Irán, por compartir creencias chiitas, comienzan a apoyar al régimen sirio.
Por otro lado, el objetivo estratégico del Estado Islámico en Irak es, sin duda, hacerse con la mayor parte de territorio posible, con el mayor número de habitantes y con la mayor cantidad de recursos energéticos, para, al menos, poder sentarse a negociar con el Gobierno de Al-Maliki un reparto proporcionado del poder y, sobre todo, de los beneficios obtenidos por la venta del petróleo. Para presionar en este sentido, para poder negociar desde una posición de fuerza, el EI trata de quedarse con los hidrocarburos iraquíes, pero también con los recursos acuíferos de este país. Por eso, la mayor parte del terreno capturado por el EI en Irak está alrededor del río Éufrates, ya que en un país mayoritariamente árido y desértico, quien domina el agua, domina a la población, y quien domina a la población, domina el Estado.
Estos son los objetivos principales. Cierto es que el Estado Islámico se está expandiendo en Libia, que es un caldo de cultivo ideal para este tipo de organizaciones, pero su presencia en este país, desde un punto de vista estratégico, solamente trata de distraer la atención de los que son sus objeticos fundamentales: Siria e Irak.
También parece que existen muchos grupos terroristas y milicias islamistas, a lo largo y ancho del mundo, que han mostrado “su lealtad” al Estado Islámico, pero todos estos son grupos que persiguen objetivos locales en sus respectivos ámbitos de influencia. ¿Por qué dicen que muestran fidelidad al Estado Islámico? Porque, de esta forma, se atribuyen parte del poder propagandístico que tiene esta “marca”.
¿Es difícil acabar militarmente con el Estado Islámico”
Hay que tener en cuenta una cuestión fundamental: el EI dice que dispone de 50.000 combatientes. Desde una lógica militar, estamos hablando de 50.000 combatientes que se encuentran en una de las zonas más llanas y desérticas del mundo. Y que son observados permanentemente por drones, aviones de reconocimientos y satélites que tiene una capacidad mínima de reconocimiento de 20 centímetros.
Estamos hablando, militarmente, del escenario más fácil del mundo para obtener una victoria. ¿Dónde se refugia al Estado islámico? En el interior de las poblaciones, que es otra de las formas que, desde tiempos inmemoriales, han tenido los ejércitos de protegerse del avance enemigo. Por eso, intentar terminar con el EI de un modo muy activo provocaría muchas bajas civiles. Pero, dicho esto, ¿cómo no se va a poder acabar con una “amenaza para el mundo”, tal y como dicen algunos, que está formada por 50.000 combatientes que, además, carecen de recursos aéreos y que tampoco tienen medios potentes de defensa antiaérea?
Si de verdad se quisiera acabar con ellos, con 50.000 hombres en un terreno desértico, sin medios aéreos y sin defensas antiaéreas, se tardaría apenas un puñado de horas. Tres divisiones acorazadas, con fuerzas especiales y apoyo aéreo y de artillería a distancia, sería suficiente. Por este motivo, a todas esas voces que dicen que el EI es poco menos que el enemigo que va a acabar con el mundo, hay que decirles que no es el caso.
¿Qué papel desempeña el control del petróleo en este escenario de conflicto multibanda?
Hay algunos análisis pretendidamente serios que afirman que el Estado Islámico obtiene, al año, entre 500 y 2.000 millones de dólares por la venta de hidrocarburos. Con relación a esto, hay que tener en cuenta que cualquier vendedor necesita, siempre, un comprador, Y, por otro lado, hay que ser conscientes de que todo el petróleo tiene su propia marca, su propio ADN. De hecho, es posible determinar de qué reserva ha salido determinada cantidad de petróleo, ya que éste nunca sale puro sino que brota contaminado por una serie de compuestos que varían dependiendo de la zona en donde se encuentra el pozo. Esta traza puede seguirse.
En otro orden de cosas, para vender petróleo, en crudo o refinado, por valor de 2.000 millones de euros, hay que mantener una logística muy compleja que permita transportarlo fuera de Irak y de Siria. Como decíamos antes, estamos hablando de territorios llanos y prácticamente desiertos, ¿cómo es posible que nadie pueda seguir los convoyes de camiones que sacan el petróleo de estos territorios? Y, lo más importante, ¿quién está comprando ese petróleo? Tiene que haber algunos países o algunas empresas multinacionales que estén adquiriendo este petróleo, que podría venderse con reducciones en el precio del barril de hasta 30 dólares. Además, se da la circunstancia de que Irak, a pesar de la situación sumamente convulsa que atraviesa el país, está produciendo actualmente más petróleo que en toda su historia. Es claro que si el Estado Islámico, los kurdos y otros actores están cediendo petróleo, hay que pensar que alguien se está beneficiando de estas ventas.
Entonces, ¿cómo habría que acabar con el EI?
Para luchar efectivamente contra el Estado Islámico hay que intervenir sus fuentes de financiación. Las principales son la venta de petróleo y la venta del patrimonio arqueológico de Irak y Siria.
Se calcula que el EI cuenta con unos 1.000 millones de dólares para mantener el “Estado” que quiere formar alrededor de una interpretación máxima y rigorista de las leyes islámicas, un “Estado” en el que actualmente viven entre seis y ocho millones de personas. Si se les cercena las fuentes de financiación que tienen para, de una manera u otra, mantener a estas personas, antes o después una gran parte de esta población se volverá contra ellos. El EI está obligado a gastarse, además, unos 10 millones de dólares mensuales en mantener a sus combatientes. Si en un momento dado estos combatientes dejan de cobrar su mensualidad, se marcharán.
Otra línea de actuación consiste en mantener reuniones y encuentros con los líderes tribales suníes para garantizarles que se les va a restituir en sus puestos políticos y en su estatus social y económico a cambio de que ellos mismos se encarguen de expulsar a estos combatientes.
Otra vía de trabajo pasaría por reunir seriamente a todas las partes implicadas en el conflicto (Turquía, Irán, monarquías del Golfo, Estados Unidos y Rusia, fundamentalmente) y exigirles la búsqueda inmediata de una solución a un problema que ellos, en mayor o menor medida, han creado.
En mi opinión, una intervención militar, exclusivamente, contra el EI, no es la solución. Una intervención militar excesivamente potente causaría muchas bajas civiles en Irak y en Siria. También comenzarían a surgir voces críticas en las sociedades occidentales porque comenzarían a producirse bajas en nuestras filas. Además, hay que tener en cuenta algo muy importante en este mundo: su percepción de la venganza. La venganza es uno de los pilares de la sociedad musulmana. Cada vez que alguien mata a una persona de una familia, el resto de ésta se encuentra obligada a vengarse, pasen las generaciones que pasen. Por ello, y como está ocurriendo en Afganistán, una intervención militar demasiado fuerte provocaría un enquistamiento del problema.
¿Posee o tiene acceso el Estado Islámico a armas de destrucción masiva?
Lo primero que hay que definir es qué es un arma de destrucción masiva. Si entendemos por armas de destrucción masiva las armas que tienen un gran poder destructor en un breve espacio de tiempo y con consecuencias permanentes, estamos hablando entonces de medios nucleares, biológicos, químicos o radiológicos.
¿Puede hacerse el EI con armas nucleares potentes que, además, y esto es importante, dispongan de su respectivo medio de lanzamiento? Creo que esto, en el momento actual, es prácticamente imposible. Una cuestión diferente es que los combatientes del EI puedan acceder a lo que se conoce como una bomba sucia, que prácticamente se puede fabricar en cualquier universidad que tenga un buen laboratorio. Pero los efectos de una bomba de este tipo son bastante limitados.
Si hablamos de armas químicas, hay que tener en cuenta que el abanico de este tipo de armamento es muy variado. Un arma química puede fabricarse prácticamente en casa. Pero de disponer de grandes cantidades de armas químicas, con sus respectivos vectores de lanzamiento, es un tema muy diferente, y yo creo que hoy es algo prácticamente imposible para el Estado Islámico.
Por otro lado, todo el mundo tiene mucho miedo a las armas biológicas porque, al final, nunca sabes si éstas se van a volver contra ti. Para tener un arma biológica, primero debes tener una vacuna contra esa arma biológica, y yo creo que el Estado Islámico no tiene esta capacidad.
En estos momentos, ¿es el Estado Islámico la principal amenaza para Occidente?
El Estado Islámico debe ocupar muchos de nuestros esfuerzos de defensa, pero nos debe preocupar lo justo y, desde luego, no nos debe obsesionar en absoluto. Hay que luchar contra el fanatismo violento y hay que luchar contra los radicalismos que pueden llegar a perjudicar seriamente a nuestras sociedades, pero lo que nos tiene que preocupar de verdad es la seguridad de los seres humanos.
Cuando hablamos de que el EI es una amenaza para Occidente, debemos concretar qué entendemos por Occidente.
Barack Obama, por ejemplo, dice que nos enfrentamos al “yihadismo global” porque esto es un problema global de todo el mundo. Es una falacia. No se puede afirmar que nos encontramos ante un “problema global” cuando, incluso, hay países de la Unión Europea que no se sienten concernidos por esta amenaza. ¿El “yihadismo global” es, por ejemplo, una amenaza para un país como Venezuela, que tiene anualmente más de 25.000 muertos por delincuencia común? ¿Qué preocupa el “yihadismo global” a países sudamericanos como El Salvador u Honduras, que están puestos contra las cuerdas por la presión de las maras (mafias) locales? ¿Qué vamos a decirles del “yihadismo global” a países como Japón o Corea del Sur? A la inmensa mayoría de los países del mundo, el “yihadismo global” no les afecta en absoluto.
En Europa, en mi opinión, la brecha de seguridad más importante se halla en Ucrania. No somos conscientes de lo que estamos haciendo con Rusia. ¿Hasta dónde pretendemos presionar a Rusia cuando sabemos, además, que Rusia es un país que no se va a dejar presionar? Tenemos que revisar la historia y debemos tener en cuenta la idiosincrasia de lo pueblos. La situación en Ucrania es el principal reto para la seguridad que tenemos actualmente en Europa.
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