Apagón mediático mientras los políticos de la UE, EE.UU., Reino Unido, Brasil, Irlanda, Canadá y Australia intentan encarcelar a ciudadanos por opiniones contrarias a la ortodoxia imperante amparándose en una Gran Mentira sobre el "discurso de odio"
Los archivos de Twitter nos han mostrado cómo los organismos gubernamentales, la sociedad civil y las empresas tecnológicas colaboran para censurar a los usuarios de las redes sociales. Ahora, algunos países clave están intentando consagrar explícitamente esta coordinación en sus legislaciones.
En todo el mundo, los políticos acaban de aprobar o están a punto de aprobar nuevas leyes que permitirían a los gobiernos censurar a los ciudadanos en las redes sociales y otras plataformas de Internet.
Bajo el pretexto de evitar "daños" y exigir responsabilidades a las grandes empresas tecnológicas, varios países están estableciendo un vasto aparato de censura interconectado, según revela una nueva investigación de Public.
Los políticos, las ONG y sus cómplices en los medios de comunicación afirman que su objetivo es simplemente proteger al público de la "desinformación". Pero las definiciones vagas y las lagunas de las nuevas leyes crearán vías para una amplia aplicación, extralimitación y abuso.
En Irlanda, por ejemplo, el gobierno pronto podrá encarcelar a ciudadanos simplemente por poseer material que los funcionarios decidan que es "odioso". En virtud de la Ley RESTRICT de Estados Unidos, el gobierno pronto podría tener autoridad para vigilar la actividad en Internet de cualquier estadounidense considerado un riesgo para la seguridad.
Los gobiernos aspiran al control total. En Canadá, una agencia estatal puede filtrar y manipular lo que los canadienses ven en Internet. En Australia, un solo funcionario puede obligar a las empresas de redes sociales a eliminar publicaciones.
Los gobiernos y las ONG aliadas pretenden obligar a las empresas tecnológicas a acatar sus normas. Los legisladores británicos han amenazado con encarcelar a los administradores de redes sociales que no censuren suficientes contenidos. Y Brasil ha introducido severas sanciones para las plataformas que no eliminen las "noticias falsas".
El principal ámbito de actuación es la Unión Europea. Está buscando nuevos poderes importantes para regular las empresas de medios sociales. Y si actúa, podría cambiar la forma en que las empresas de medios sociales operan en todo el mundo, dado el poder económico y la influencia de la UE a nivel mundial.
Según la Ley de Servicios Digitales de la UE, las grandes empresas tecnológicas deben compartir sus datos con "investigadores examinados" de organizaciones sin ánimo de lucro y del mundo académico, lo que cedería la moderación de contenidos a las ONG y a sus patrocinadores estatales.
La Ley RESTRICT de Estados Unidos, patrocinada por el senador Mark Warner (D-VA), amenaza con 20 años de cárcel o una multa de 250.000 dólares por acceder a sitios web de la lista negra a través de "redes privadas virtuales" o VPN, que son formas de crear una conexión privada entre un ordenador o teléfono e Internet.
No ha habido ningún momento similar a éste en los aproximadamente 30 años de uso público generalizado de Internet en las sociedades occidentales.
Las autoridades han introducido estas políticas en plena noche, sin apenas publicidad ni protestas. Los principales medios de comunicación han ocultado prácticamente lo que estaba ocurriendo, y muchos parecían apoyar las nuevas leyes.
Como se demostró con los Archivos de Twitter, el Complejo Industrial de la Censura trata tanto de desacreditar hechos precisos, narrativas verdaderas y creadores de contenidos que amenazan su poder mientras impulsan a los que sí lo hacen.
Así pues, estamos asistiendo a la aparición de un aparato gubernamental con poder para controlar el entorno de la información de forma que determine lo que la gente cree que es verdad y lo que es falso.
No es exagerado afirmar que Occidente se encuentra en la cúspide de una nueva forma de totalitarismo mucho más poderosa que el comunismo o el fascismo, cuyo alcance estaba limitado por la geografía.
Si queremos derrotarla, debemos comprenderla. ¿Por qué intentan los gobiernos reprimir la libertad de expresión desde Nueva Zelanda a los Países Bajos y desde Brasil a Canadá? ¿Por qué ahora? ¿Y por qué se salen con la suya?
Michael Shellenberger y Alex Gutentag
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